martes, 24 de noviembre de 2015

Era su sombra, era su vida



    Estaba rodeado de gente y la soledad era su tarjeta de presentación. Se acostumbró a mirar sin ver, a escuchar sin percibir el sonido de otros labios y a pensar que las caricias eran hojas de otoño que caen al suelo para ser olvidadas.
    Avanzó tanto y tan deprisa, que llegó a perder su sombra, aquella que se empeñaba en demostrarle que siempre estaba a su lado, inasequible al desaliento indicándole siempre de dónde venía y quién era.

“El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño”

      Él puso en juego su vida y el acierto o el fracaso eran temas menores. Nadie puede hablar de saber o de no saber, cuando el silencio danza alrededor de unas manos que recorren apasionadas, el cuerpo de un futuro ardiente nacido  del vientre de un suspiro y de unos ojos iluminados por la brasa del volcán de la esperanza.
       Abrió su corazón pues era todo lo que tenía, movió sus manos queriendo percibir el calor de su piel, el aroma de su cabello, pero la vida había lanzado un jaque mate a sus suspiros para mostrarle que no hay nada que ate más fuerte que un beso.
        Cuando las estrellas se empeñaron en no iluminar sus lágrimas de infortunio quiso pensar que no estaba sólo. Giró la cabeza y volvió a ver a su amada sombra:

¿Estás aquí?
Nunca me fui.
¿Por qué te quedaste?
Por si me necesitabas

      En algunas ocasiones no nos damos cuenta que nuestra sombra es también nuestra propia luz. 


viernes, 13 de noviembre de 2015

El amanecer de la Emoción

      Chapotear a diario en la vida turbia de la sinrazón, te hace vivir la emoción como el niño que descubre que puede correr en todas direcciones sin ser alcanzado por la cordura. No encuentro emociones en el deporte y me dejo arropar por la manta cálida del arte que me sigue sorprendiendo con su mirada esquiva y con su respirar inquieto. 
       No buscaré nunca en YouTube el último gol, o el fantástico drive pues mis palabras clave suelen rondar más en "chelo, violonchelo, danza" o músicas con alma, donde el ambiente es denso y una mirada eleva una octava, el sentir emocional de una mente en permanente proceso de construcción. Hace tiempo me preguntaron: "qué tipo de cosas te gustan", curiosa respuesta e imposible de contestar en una frase. Sin duda me gustan las músicas que puedo escuchar con los ojos cerrados, las cosas que puedo ver transportado a mi mundo y con los oídos cerrados, aquellas cosas que al finalizar dejan tu alma ardiendo como un volcán e guardan para siempre en tu interior, la piel erizada o una lágrima perdida. 
        En todo me dejo llevar por la inspiración. Las cosas te llaman y hay que saber escuchar su lenguaje. Saltando de lugar en lugar, de corchea a idea encontré un sueño, encontré vida, encontré sensaciones. Algunas cosas es imposible no verlas con una sensación eléctrica recorriendo tu espalda, tu nuca o con las manos apretadas sabiendo que no es imagen, es magia. 
          Me dejo llevar por sus giros, parando la vista en sus zapatillas del color de las nubes y en el sonido de una guitarra desnuda como su torso, que encontraron en una fría nave de color gris, una paleta de pintor para pergeñar estremecimiento en las almas que se agitan inquietas entre bambalinas. Empecé siendo bruma y ahora soy viento, un céfiro ardiente que reclama al universo un mundo repleto de emoción en vez de tensión. Volveré a dar al Play de mis sueños para dejarme llevar de nuevo por las volutas que mecen la veleta exacerbada del destino.

          

domingo, 1 de noviembre de 2015

¿Dónde viajan los suspiros?



       No pudo dejar se sentir su piel erizada cuando el aire se llenó de amanecer y suspiros. Sus manos se deslizaban en mitad de la bruma, mesando sus cabellos que peinaban las cuerdas de un lejano Violonchelo, como el beso de una estrella errante que danza al ritmo constante del sentir y del latir de un amante que partió al lugar donde la vida, se convierte en luz y la luz en latidos. 
      La vida es un capricho constante y nos empeñamos en no dejarla marchar, en no dejarla partir, cuando la realidad es que está en permanente proceso de llegada. Cada brizna de aire, cada pedazo de amanecer, es un canto a la vida y una sensación de pertenecer a otras muchas vidas que en algún momento surcaron nuestra piel, nos llenaron de sonrisas o nos hicieron llorar.  
        Mi querido mi amigo, todo está en nuestra alma y en nuestro corazón. Los suspiros no entienden de dueños y sí de emoción, lo mismo que una estrella conoce de instantes que robaron las noches, en que una mirada fue capaz de parar el mundo, arropando con la piel el aliento entrecortado del que nació para ser alma de luz. 
       Sufro mi amigo si sufres tú. Me sumo a la noche para esperar ansioso al amanecer donde poder decirte que juntaremos nuestros brazos, si es necesario, y componer el mayor abrazo que te haga sentir que cada sensación es vida y que nada desaparece de nuestro corazón si nos hizo sentir amados.