Llegas a saber lo que es la soledad,
cuando lanzas una pregunta al viento y nadie la responde, cuando tus suspiros
se pierden en el horizonte sin ser recogidos por ningún abrazo o, cuando tus
besos mueren marchitos con sólo salir de tus labios.
Es perversa la soledad cuando se amarra a tu alma como un Ulises perdido
entre sirenas que, desea pese a todo escuchar su canto aún sabiendo que es su
perdición.
El corazón está preparado para
romperse y recomponerse pero el alma, el suspiro de una vida inmortal, no debe
traspasarla ni la más corta de las noches heladas o la caricia perdida del que
antes de besarte ya parte con sus promesas a ninguna parte, buscando el calor
de otro cuerpo. Como un lobo en una noche de luna llena, aparta del camino
todos los recuerdos que le atan a la vida, vigilando su aliento de amante ávido
que sueña con el final cuando aún te tiene delante.
La soledad es un mantra de silencio
que envuelve tu cuerpo ahogando tus emociones hasta convertirlas en cenizas. Su
manto se desliza como la bruma ahogando tus abrazos cuando deseas recibirlos y,
tus besos cuando te estremeces por brindarlos.
La soledad, es el peor disfraz para el que desea vivir el carnaval de la
vida junto a otra persona que complete sus anhelos bajo el mirar nacarado de un
azar tornadizo, a veces brutal y, muchas veces, sin ningún sentido.
La soledad, es como la onda de un estanque que nunca llegará a conocer
orilla alguna.