miércoles, 25 de mayo de 2016

No necesito cerrar los ojos



            Permítanme hoy amigos que abra de par en par mi corazón. Que rebusque en el baúl de las emociones para traer a mi piel, a mi alma, a todo mi ser, un recuerdo imborrable.
            No necesito cerrar los ojos para sentirle, no necesito pensar en él para añorarle pues está siempre delante de mí, sentado a mi lado, caminando a mi lado o disfrutando de mirar a la estrellas intentando adivinar en cuál de ellas viven nuestros seres queridos. 

            No soy yo, es mi alma, es la sensación que despertó en mi corazón tu mensaje,  Isabel María, sin ser consciente de lanzar lava ardiente a un mar embravecido que, retuerce el recuerdo como las olas que baten contra un barco a la deriva, cuando se marchó su capitán para no regresar.
            Ayer, al finalizar una conferencia para mí muy especial para unas personas mágicas en su lucha contra la Epilepsia, alguien me dijo: “cada día te pareces más a tu padre”…. Me sentí honrado, agradecido a la vida y al destino por semejante legado, pero aquel emocionado mensaje de Isabel María, me hizo recordar que antes que padre, había sido hijo. Me hizo pensar en que si un día sentí respeto por mi padre, cada día que pasaba sentía en su ausencia, un mayor orgullo.
            Tuve la emocionante labor de sujetar su mano mientras charlábamos en largas noches de hospital. Podría recordar cada uno de los pliegues de su mano, el calor de sus caricias y el color a cariño de sus ojos. No hay nada que pueda remediar la punzada en el corazón cuando darías parte de tu vida por un abrazo más, por un poder decirle una vez más “te quiero” o, gracias por dejarme ser como tú.
            Al alba, cuando las personas buscan un café para decirle buenos días al mundo, yo ya camino con la vista y el recuerdo puesto en el lugar de donde vengo, en el rincón del mundo donde aprendí que pasamos por la vida para emocionarnos, para sentir temblor en la piel por un olor a jazmín o, para decirle al que repartió los papeles en el cielo que, volvería a repetir sin dudar el curso de ser hijo, si el maestro que me pudiera tocar fuera mi padre.
            Algunas veces mis amigos, comprendo sin pesar que no soy capaz de encajar un puzzle donde me falta el que fue mi manual de instrucciones y, sin duda, la persona que me hace mirar cada noche las estrellas esperando un guiño o una brisa, siempre fieles a la cita.
            Gracias Isabel María por hacerme recordar que en un minuto, debo mirar al cielo. 


sábado, 7 de mayo de 2016

Noche



       ¡Ardía cada pliegue de su respiración haciendo de su agitación inquietud y, de su paz, rebeldía!. ¡Por su garganta corría el fuego del huracán de las caricias! ¡no podía respirar!, ¡se ahogaba en el latido de un alma que estalla en pedazos cuando nada puede sujetarla, cuando ya es demasiado tarde para la prudencia!...


      Miraba al vacío, encontrando aquella estatua de sal que escondía tras su rostro una pasión desatada y, tras sus manos, todo un universo de constelaciones prodigiosas esperando ser descubiertas.
       ¡No podía ser de otra manera!, le llamó en la noche de las brumas con olor a pasión, clamando a su alma encendida para sentir el tañir de su piel, ¡una vez más!, ¡un suspiro más!, ¡jadeando!....
Su cuerpo se desvaneció entre sus dedos, dejando las brasas de la mirada cuando todo lo amado se pierde entre la noche como la niebla de un sueño. 

lunes, 2 de mayo de 2016

Detener el tiempo



            El tiempo es algo inventado para detenerlo, para hacer girar sus manillas en sentido inverso y para entender las horas como instantes o los segundos como toda una vida.
            Entrelazar los dedos con el temblor de su pelo, mientras un suspiro entrecorta el aliento del que aproxima los labios día a día, paso a paso,  para dejar un cálido beso.


            ¡Detener el tiempo!…. ¡dejar que la piel libere palabras escondidas!, mientras eriza su alma buscando un tic-tac que late en el fondo de un corazón en llamas. ¡No hay descanso para las emociones atrapadas en la mente!, ¡prisioneras de un mundo que ata los instantes con normas y las caricias con miradas encendidas!.
            ¡Detener el tiempo es contener un huracán con los dedos!, encerrar un amanecer en un abrazo o dibujar una sonrisa con un beso. Es sencillo pertenecer al mundo donde atardecer significa pasión y donde la pasión se entrelaza entre las sábanas de un instante aplazado que, a cada mensaje, se torna más deseado.
            Hace tiempo que dejé de dibujar corduras para sentir locuras, deteniendo el tiempo lo necesario para poder decir a la vida ¡a la próxima ronda invito yo!. No se trata de vivir por vivir, se trata de sentir y soñar. El tiempo nunca es lógico, por eso se detiene ante el paso del amante que, busca incansable en el viento aquella brizna de vida que se siente feliz de no ser igual que el resto.
¡Si quieres vivir, siente y detén el tiempo!....en secreto....